martes, 27 de abril de 2010

El gato y el león



Para mí, dibujar es un arte que me está vedado por completo. Según mi esposo y mi hija, todo mundo puede aprender a hacerlo. (Aquí entre nos, tengo serias dudas acerca de ello; no obstante, lo intentaré próximamente.)




A mi hija Andrea le dejaron de tarea una acuarela. Desde pequeña dibujaba y lo hacía muy bien. Ahora ha desarrollado esas habilidades natas gracias a que estudia en la ENAP (Escuela Nacional de Artes Plásticas).

Yo hice uno de los escasos dibujos que sé hacer. Me bastaron cuatro bolitas (algo parecido a círculos), tres triángulos, cuatro rayitas o líneas más o menos rectas y una curva para dibujar el gato (bueno, para mí es un gato) que aparece en las imágenes.


Andrea está pintando un tigre. Aún no lo ha terminado, pero presento parte del proceso.







Además de la habilidad en sí, para pintar acuarelas hay que saber de pinceles, de colores, de texturas; hay que saber también qué papel utilizar, cómo mojarlo y cómo montarlo para que no se arrugue. Explico esto de manera burda, porque he olvidado las palabras exactas con las que Andrea nombró cada objeto y cada parte de esta técnica fascinante.




viernes, 23 de abril de 2010

23 de abril: día internacional del libro










Celebro este día del libro con una frase de Thomas B. Macaulay y con varias imágenes tomadas de http://theblogonthebookshelf.blogspot.com/ , uno de mis blogs predilectos.






¡Qué bendición es amar los libros como los amo! ¡Poder conversar con los muertos y existir en lo irreal! Thomas Babington Macaulay.






jueves, 22 de abril de 2010

La tienda de palabras, de Jesús Marchamalo








Me encantó La tienda de palabras, de Jesús Marchamalo (Siruela, 2001). Creo que la historia de Matías —el dueño de la tienda y coleccionista de palabras— y de Carlos, su cliente, es un mero pretexto para presentarnos y maravillarnos con todo tipo de palabras, desde las antiguas, palabras obsoletas o en desuso, prácticamente olvidadas, hasta las que forman esos fascinantes juegos de ingenio, como los palíndromos, los anagramas, los calambures, los acrósticos, las paradojas, las palabras inventadas, la poética tipográfica o visual, o los juegos del Oulipo, como los ejercicios de estilo de Queneau.




En fin, un compendio maravilloso de amor a las palabras, como las de Cortázar o Cabrera Infante, palabras inexistentes que adquieren sentido gracias al contexto, o los poemas del sinsentido de Lewis Carroll.


SE ES O NO SE ES

SE VERLA DEL REVÉS
AMAD AL ALBA, HABLA LA DAMA
(Palíndromos que aparecen en el libro.)


Inclusive Unamuno tiene sus juegos de palabras, o José Hierro, a quien no conocía, y cuyo soneto "Todo y nada" es, como señala el personaje Matías, un auténtico ejercicio de estilo.

Transcribo ahora este admirable soneto de José Hierro, para darles una probadita de este libro delicioso.


TODO y NADA

Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo,
supe que todo no era más que nada.

Grito ¡Todo!, y el eco dice ¡Nada!
Grito ¡Nada!, y el eco dice ¡Todo!
Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.

No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)

Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.





Para quien desee conocer más sobre Jesús Marchamalo, les recomiendo que visiten su página http://www.jesusmarchamalo.com/
Asimismo, si desean verlo y escucharlo, en
http://www.conoceralautor.com/ hay un video en el que habla de su libro 44 escritores de la literatura universal (Siruela, 2009), obra que me encantaría leer y que espero poder conseguir en México.



domingo, 11 de abril de 2010

Las mantis religiosas, de Hubert Monteilhet



El Centro Histórico de la Ciudad de México me fascina, pero no siempre fue así. De niña, cuando mis padres me llevaban, me daba miedo y, por lo mismo, no me agradaba ir allí. Me daba miedo porque siempre había mucha gente y me horrorizaba la idea de perderme, de que me soltara de la mano de mamá o de papá y no volviera a encontrarlos jamás.
Supongo que ese terror infantil se prolongó (de forma inconsciente) hasta la adolescencia, porque durante esa etapa el Centro seguía produciéndome bastante desconfianza.



Fue hasta la edad adulta en que se modificó completamente mi "actitud" hacia él. La aversión se convirtió en fascinación. Tan es así que cada vez que puedo me voy de vacaciones al Centro. Las personas a quienes les cuento esto o se quedan atónitas o les cautiva la idea. Y es que ir un sábado u otro día de la semana no basta, porque el Centro está repleto de atracciones.


Hay edificios bellísimos, museos, centros culturales, bailarines de danzas prehispánicas, infinidad de tiendas... en fin, siempre hay algo nuevo que ver.
Me pareció que esta introducción era necesaria, porque fue durante mi última estancia allí que "descubrí" a Hubert Montheilet.


Las librerías de viejo de la calle Donceles tienen para mí un atractivo irresistible y, si llevo dinero, aunque sea poco (uno puede apartar los libros que desee dejando el diez por ciento del total), entro en alguna y veo todos los títulos de literatura. Fue así como di con Las mantis religiosas. Ni el título ni el autor me decían nada, pero en la portada se leía 'Gran Premio de Literatura Policíaca'. Pese al gran premio, lo que finalmente me decidió a comprarlo fue el precio: 30 pesos menos el diez por ciento de descuento, o sea, $27, algo así como dos dólares o un euro y medio.




Fotografía de Andrea Quintero.


Regresé al hotel a eso de las 8 de la noche. Encendí la tele mientras cenaba y a las 9 comencé a leer el libro. Lo terminé a las 2 o 2:30 de la madrugada. Es decir, no pude soltarlo hasta el final.


Esta novela la publicó Plaza y Janés en Barcelona en 1962. Tal vez haya otro ejemplar en otra librería de Donceles, no lo sé, pero buscando datos del autor en Google, bastante escasos por cierto, la primera información que obtuve fue que en buscalibros lo venden casi a 500 pesos más el flete y en amazon a 45 dólares (ambos usados, claro). Por ello, porque creo que no es sencillo conseguirla, voy a contar algo de la historia.




La novela está contada mediante una serie de cartas. Paul Cánova enviuda y vuelve a casarse. La nueva Madame Cánova es una mujer muy bella, ultra ambiciosa y perversa, que planea matar a su marido para heredar su fortuna. Su cómplice es su amante, Christian Magny. Éste se ha casado con Béatrice para utilizarla como cebo. Paul ha tenido un ligero desliz con la joven Béatrice (quien es su secretaria) y los amantes planean todo para que éstos se vean y sean descubiertos por Christian, quien en un rapto de celos los matará a ambos, tras lo cual un brillante abogado hará que la pena máxima por este crimen pasional no pase de un año.


Sin embargo, Béatrice, quien sospecha que su marido la engaña, contrata a unos especialistas en grabar conversaciones, quienes le dejan preparada la cinta magnetofónica en un departamento vecino, mientras ella escucha todo lo que sucede en su casa. Es así como se entera de lo que planean Madame Cánova y Christian.



Tras esto, Béatrice hace varias copias de la cinta magnetofónica y las guarda en una caja de valores de un banco. Luego hace que su esposo, aterrorizado, escuche la cinta.
El plan sigue su marcha, pero Christian sólo mata a Paul. Y de aquí en adelante es cuando se desarrolla lo mejor de la novela. Con las cintas, Béatrice tiene ahora todo el poder y su venganza consiste en ir poco a poco aniquilando psicológicamente a los amantes, hasta llevarlos a la locura o al suicidio.
Así pues, dar con este libro fue, no cabe duda, un feliz hallazgo.




Este título suena fascinante.


Ahora anoto los breves datos del autor que tomé de Lecturalia http://www.lecturalia.com/autor/3757/hubert-monteilhet

Hubert Monteilhet
Francia (París, 1928)
Escritor francés, Hubert Monteilhet centra su obra en las novelas de corte policial.
También ha publicado obras de ciencia ficción, juvenil y de tipo histórico, siendo Nerópolis su obra más famosa, traducida a varios idiomas, en la que describe la Roma en tiempos de Nerón.
Actualmente compagina su labor como escritor con la de crítico gastronómico para el periódico Sud Ouest.


Según Wikipedia http://fr.wikipedia.org/wiki/Hubert_Monteilhet , Hubert Monteilhet ha escrito 49 libros: 27 novelas policíacas, un drama, 11 novelas históricas, una de ciencia ficción, cuatro novelas para niños y cinco escritos polémicos.

Cierro con dos buenas noticias: la primera es que Nerópolis se consigue en la librería El Sótano a $355; la segunda —que hace que me ruborice— es que acabo de descubrir que tengo otro libro de Hubert Monteilhet que compré hace ya bastante tiempo (y que aún no leo). Se titula De profesión, fantasma y es de las llamadas novelas para niños.