Anna Kullick Lackner
Hace tiempo que tengo este librito de Anna Kullick Lackner, y digo librito porque en verdad es pequeño, más o menos 7 dedos de largo por 4 de ancho (lo siento, pero no tengo otra medida a mano).
Y de hecho fue su tamaño lo que primero llamó mi atención, aunque también el título. Tal vez anaforismo signifique otra cosa, pero yo lo veo como un juego de palabras entre Anna y aforismos, porque, al igual que el libro, los aforismos son pequeñitos, breves, sólo que éstos son de Anna.
Los siguientes son algunos datos que encontré sobre la autora en Internet, lo mismo que la fotografía. No sé más de ella, salvo que escribía en su blog llamado Sedienta de humedales, pero dejó de hacerlo en 2007.
Anna Kullick Lackner (Monterrey, Nuevo León, 1960). Ha publicado los libros Anaforismos (Ed. Verdehalago, 1996), Háblame en la lengua de la ausencia (Ed. Libros de la Mancuspia, 1996) y Las palabras no nacidas (Ed. Verdehalago/Conarte, 1999). Ha sido antologada en International Poetry Festival (Edición Bilingüe, University of Texas/UANL, 1999) y Maratones de Poesía (Ed. Tunastral, Toluca, Estado de México, 2002). Ha publicado en las siguientes revistas literarias: Tierra Adentro, Salamandra, Cantera Verde, Papeles de la Mancuspia, El Correo Chuan, El Cocodrilo, Himen y Resonancia, así como en el suplemento cultural del periódico El Norte, de Monterrey. http://arteycultura.uanl.mx/index.php/literatura/miercoles-ocho-de-septiembre-verso-norte.html
Ahora dejemos que sea Anna quien nos hable a través de sus anaforismos, que copio de la parte II, titulada Autodelatos o Desanudos.
Alguna vez leí que conocer, en hebreo, es sinónimo de amar. Tú me conoces en español, yo lo hago en hebreo.
Cuando los huesos tienen frío, el alma salta sobre la hoguera de los recuerdos.
No encuentro mi lugar en este mundo. En tanto, colecciono casas como intentando estar en ellas: fachadas, réplicas en yeso, dibujos. Todas son miniaturas.
Escribo desde los diecisiete años. Jamás había publicado nada hasta ahora, diecisiete años después. Siempre quise conocer la sensación. Es un sueño hecho realidad: ando desnuda por las calles de un pueblo.
Una línea delgada de lápiz. Tuvo que ser el niño. Sobre el poema recién escrito, parece un pelo en la sopa.
Mi niño me besa. Deja el azúcar de su boca sobre el hielo de mi nariz. La hogaza de pan humea bajo una escarcha de nieve.
Muchas veces viajo en los zapatos del amigo. Busco en mis recuerdos alguna experiencia similar. Entonces es increíble cómo en tantas ocasiones somos uno.
En la tarde de hoy me basta el mañana. Mañana me bastará la tarde de ayer.
Simplemente Bello.
ResponderEliminarAsí es :D
ResponderEliminarMi enorme gratitud, Blanca Estela, por compartir mis primeros aforismos. Te dejo mi admiración y saludos cordiales.
ResponderEliminar¡Gratísima sorpresa e inmenso placer me provoca el que hayas dejado aquí tus palabras y esta especie de reencuentro, querida Ana!
ResponderEliminarY ahora voy a tu blog...
Gracias a tu interés, lo he retomado. Espero encuentres algo que te diga lo que somos. Abrazo cordial.
EliminarDisculpa la demora en contestar, pero estuve fuera de circulación un rato. Me da un gusto enorme que lo retomes, Ana. Sé que no soy la única que encuentra en tus palabras 'eso' que andábamos buscando. Un gran abrazo.
Eliminar