Manual de inquisidores es la primera obra que leo de António Lobo Antunes y me ha fascinado, particularmente por la manera en que está contada.
El ministro cuenta su historia y los demás personajes, como su hijo, su esposa, sus amantes, su ama de llaves, su cocinera, su chofer, el veterinario, etc., le van contando a una especie de entrevistador su relación con el ministro. En otras palabras, son los protagonistas quienes, por medio de sus relatos, van armando la novela.
Cada uno de ellos tiene, evidentemente, su punto de vista sobre los acontecimientos que se narran, lo cual redondea o completa, a su vez, el punto de vista del lector.
Lo maravilloso de cada relato es que Antunes le da a cada personaje algo así como un estribillo o una frase que se va repitiendo a lo largo del relato y a lo largo de la novela, y que va uniendo o enlazando el pasado con el presente, y produciendo, a la vez, un efecto cómico o trágico, pero siempre conmovedor y deslumbrante.
No me resulta sencillo explicar cómo escribe Lobo Antunes. Lo que puedo asegurar es que uno se da cuenta de inmediato de que su manera de narrar cada historia es fascinante.
Cabe destacar también la espléndida traducción de Mario Merlino.
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