lunes, 11 de octubre de 2010

Una infancia en el país de los libros, de Michele Petit



Hace unos días me deleité con la lectura de Una infancia en el país de los libros, de Michele Petit.

Como no encuentro mejor manera de hablar de él, transcribo aquí un texto que aparece después del prólogo, en el que Michele Petit se dirige A los lectores de lengua española. Espero que estas líneas sean suficientes para que surja en otros el deseo de leer esta obra que a mí me encantó.


Michele Petit.


De niña, cuando veía a mi madre o mi padre leer y perderse en alguna ensoñación, me preguntaba a dónde se habían ido. Tal vez para resolver ese misterio empecé a aventurarme en los libros. Y tal vez también a eso se debió que, muchos años después, me haya convertido en antropóloga de la lectura: mis preocupaciones infantiles se transformaron en temas de investigación.

En la actualidad, la historia se ha invertido: lo que me resulta más sorprendente es el rostro de los niños cuando están inmersos en un libro. A veces dejan escapar alguna frase que aclara un poco lo que ocurre entre ellos y las páginas que están leyendo. Casi siempre nos quedamos en el umbral, y así está muy bien. Como dijo la personita a la que le dediqué el presente libro: "la lectura es tu pequeño secreto".

Para acercarnos a él siempre está la posibilidad de leer recuerdos de infancia. Los escritores suelen transmitir muchos, y los mediadores lo hacen cada vez con mayor frecuencia: en toda América Latina, maestros, bibliotecarios y promotores de la lectura están rememorando las leyendas de sus primeros años o su descubrimiento del mundo de lo escrito. De México, de Argentina, de Colombia me llegan, de tiempo en tiempo, autobiografías lectoras que ellos han tenido la feliz idea de enviarme. Esos escritos me fascinan. Algunas de las obras que citan marcaron mi propia infancia, o mi adolescencia; otras poseen la extrañeza de las tierras lejanas, como esos mitos de La Llorona, El Mohán o El Lobizón, o ese Tesoro de la Juventud que siempre me he preguntado qué aspecto tenía.

Escribí Una infancia en el país de los libros porque deseaba comprender qué era lo que buscaba entre líneas cuando yo misma fui niña. Esos recuerdos son la cara oculta de mis investigaciones, en particular de las que hablan sobre la lectura en "espacios en crisis". Al publicarlos, no hago sino pagar parte de mi deuda con aquellos y aquellas que nutrieron mis trabajos al contarme su historia. Espero que los títulos o los autores desconocidos que encontrarán en estas páginas tengan para ellos el mismo encanto exótico que tuvo para mí el Tesoro de la Juventud, de nombre tan acertado. Y espero también que sigan enviándome sus propios recuerdos para que juntos exploremos ese misterio: el niño que lee.



Michele Petit.


viernes, 1 de octubre de 2010

Bolsas hechas con tapas de libros.



Moby Dick.



Pride and Prejudice.




Kidnapped.




¿Qué pensaría Jane Austen de ver su libro convertido en bolsa?




Sense and Sensibility.





Huckleberry Finn.






Dictionnaire du Francais Contemporaine.







Agatha Christie.





Los precios de estas bolsas varían de $65 a $155 dólares.