domingo, 26 de septiembre de 2010

Genealogía de mujeres re-tratadas, exposición colectiva de fotomontajes



Un día que desayuné en su casa (que es mi sueño de casa, por cierto), Marta Nualart me habló de su trabajo en el taller Genealogías de mujeres re-tratadas, que ella coordinó, y me mostró algunos de los fotomontajes.

Dicho taller resultó ser para las participantes como una especie de psicoanálisis profundo (por lo cual algunas de ellas abandonaron el taller), ya que la búsqueda y la selección de imágenes de la madre o de la mujer que fungió como tal, así como el analizarlas y trabajar con ellas para definir su relación con esas mujeres, abrió surcos en la memoria, planteó interrogantes e hizo brotar emociones o conmociones diversas.

Lamento no poder asistir a la exposición pues tendrá lugar en Guadalajara, Jalisco, pero invito cordialmente a quienes puedan hacerlo.

La inauguración es el 6 de octubre a las 12 horas en la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad 141, Av. Plan de San Luis No. 1596, Colonia Chapultepec Country, Guadalajara, Jalisco.

Leer a media tarde, por Jordi Cebrián

Ilustración de Huidobro, tomada de un artículo de Juan Domingo Argüelles, publicado en La Jornada Semanal.




Hoy comencé a leer por la tarde Oryx y Crake, de Margaret Atwood. Más o menos a la vigésima página, los ojos se me empezaron a cerrar y di cabezadas, hasta que finalmente me quedé dormida, sentada y con lentes de contacto, durante unas tres horas.

Este cansancio o sueño irresistible se debió a un fuerte catarro que comenzó hace 4 días con dolor de garganta e infección en los oídos. Anoto esto para aclarar que nada tuvo que ver con el libro de Atwood que, aunque extraño, me está resultando difícil de soltar.

En fin, hoy no quería hablar de esto, sino invitarlos a la exposición de una amiga, a la cual dedicaré en unos minutos la siguiente entrada.

Sin embargo, sucedió que al abrir mi blog, volví a ver que Jordi Cebrián había escrito hace un mes otro de sus cuentos de cien palabras http://cienpalabras.blogspot.com/2010/08/leer-mediatarde.html. No lo leí antes porque estaba atareada en conseguir imágenes de Christopher Priest y en pensar qué diría acerca de su novela El glamour.

Pero hoy me llamó la atención el título: "Leer a media tarde", porque justamente eso hice hoy y a su personaje también lo vence el sueño.

El cuento es maravilloso. Aquí lo tienen.



Leer a media tarde



Estás sentado, leyendo esto, pero el sueño te vence, y al despertar levantas la cabeza y te golpeas contra la tapa del ataúd, todo está oscuro, apenas sitio para mover un poco las rodillas, descubres que es real y el miedo te golpea el pecho y cuando puedes volver a respirar gritas y nadie responde, y temes quedarte allí hasta morir de sed, de asfixia, de dolor, de horror, pero entonces despiertas, te recuperas, dejas atrás la pesadilla, ya sin sueño prosigues la lectura, no miras a tu espalda, no ves la mano con el pañuelo, el cloroformo, el sueño.



Jordi Cebrián




domingo, 19 de septiembre de 2010

El glamour, de Christopher Priest



Hace tiempo, a raíz de un texto de Alberto Chimal sobre las que eran, a su juicio, las 10 mejores novelas de ciencia ficción, le comenté a dicho autor en su blog que había leído Experiencias Extremas, S. A., de Christopher Priest y que me había encantado.

En respuesta, Chimal me recomendó que leyera El glamour. Me llevó varios meses encontrar esta novela en una librería de viejo. Hasta la fecha, me ha sido imposible conseguir El mundo invertido o El prestigio, también de Christopher Priest, que mi sobrina Yunuen me había recomendado previamente.

Disfruté mucho la novela, si bien el final me dejó un tanto perpleja pues no lo comprendí del todo. Lo mismo me sucedió con Ubik, de Philip K. Dick, y fue el mismo Chimal quien, en una reseña sobre esta obra, me iluminó aspectos que yo no había entrevisto siquiera y que me llevó a la conclusión de que Ubik es una novela verdaderamente aterradora.

Reconozco que soy una principiante en ciencia ficción. Fuera de algunos cuentos maravillosos y de las tres novelas mencionadas, sólo he leído Crónicas marcianas, de Ray Bradbury, un libro extraordinario en verdad.

Sin embargo, pese a mis tropiezos con los finales o a mis lecturas poco sagaces de las novelas de este tipo, la forma en que Christopher Priest examina temas como "el glamour" (que no diré qué es porque se trata precisamente del tema de la obra), la memoria o la realidad virtual es completamente fascinante.


miércoles, 15 de septiembre de 2010

LIBROS QUE SON CAJAS

Aunque cerrados lo parezcan, los siguientes no son libros, sino cajas en donde puede uno guardar pesos, dólares, euros, licor, monedas, chocolates, o tal vez un librito muy apreciado.























Caja de valores antigua.



Caja de valores antigua, encuadernada en piel como libro, con llave y calendario.



jueves, 9 de septiembre de 2010

El corazón del tártaro, de Rosa Montero



Rosa Montero en la Feria del Libro de Madrid, en 2007.


Esta novela al principio no me gustó porque hablaba de una reina y de que la protagonista y su hermano iban a visitar a la Blanca. Pensé que la autora estaba mezclando una historia fantástica con una real, pero luego caí en la cuenta de que la Blanca era la heroína (la droga, vaya), lo mismo que la reina.

Zarza es la protagonista de esta novela y su historia es terrible, no por nada la novela se titula El corazón del tártaro. El tártaro es el infierno y es justo en el corazón de él donde se desenvuelve la vida de Zarza.




La prosa de Rosa Montero me fascina. He devorado sus libros Historias de mujeres, Pasiones, La loca de la casa y Crónica del desamor. Quizá debido a su crudeza, El corazón del tártaro es la que menos me ha gustado, pero sus reflexiones y la manera de narrarlas siguen siendo completamente cautivadoras.







He aquí un pequeñísimo trozo:

A las 8:14, Zarza entró en la ducha. Había algo en la repetición de los pequeños actos cotidianos que le resultaba muy consolador. A veces se entretenía en imaginar cuántas veces más en su vida abriría de la misma manera el grifo del agua caliente de la ducha, cuántas se quitaría el reloj y luego se lo pondría de nuevo. Cuántas veces apretaría el tubo del dentífrico sobre el cepillo, y se embadurnaría de desodorante las axilas, y calentaría la leche del café. Todas estas naderías, puestas unas detrás de otras, terminaban construyendo algo parecido a una vida. Eran como el esqueleto exógeno de la existencia, rutinas para seguir adelante, para ir tirando, para respirar sin necesidad de pensar. Y así los días se irían deslizando con suavidad por los flancos del tiempo, felizmente vacíos de sentido. A Zarza no le hubiera importado que el resto de su biografía se redujera a un puñado de automatismos, a una lista de gestos rutinarios anotada en algún librote polvoriento por un aburrido burócrata: "A su muerte, Sofía Zarzamala se ha cepillado los dientes 41.712 veces, abrochado el sujetador en 14.239 ocasiones, cortado las uñas de los pies 2.053 mañanas...". Pero a las 8:15 de aquel día, mientras comenzaba a enjabonarse, sucedió un hecho inesperado que desbarató la inercia de las cosas: sonó el timbre del teléfono. El teléfono sonaba rara vez en casa de Zarza y desde luego jamás a semejantes horas. De modo que cerró el grifo de la ducha, salió del baño pegando un resbalón sin consecuencias, agarró una toalla al vuelo y fue dejando un apresurado reguero de agua por el parqué hasta alcanzar el aparato de la mesilla.
—¿Sí?
—Te he encontrado.



jueves, 2 de septiembre de 2010

Anaforismos, de Anna Kullick Lackner

Anna Kullick Lackner
Hace tiempo que tengo este librito de Anna Kullick Lackner, y digo librito porque en verdad es pequeño, más o menos 7 dedos de largo por 4 de ancho (lo siento, pero no tengo otra medida a mano).


Y de hecho fue su tamaño lo que primero llamó mi atención, aunque también el título. Tal vez anaforismo signifique otra cosa, pero yo lo veo como un juego de palabras entre Anna y aforismos, porque, al igual que el libro, los aforismos son pequeñitos, breves, sólo que éstos son de Anna.


Los siguientes son algunos datos que encontré sobre la autora en Internet, lo mismo que la fotografía. No sé más de ella, salvo que escribía en su blog llamado Sedienta de humedales, pero dejó de hacerlo en 2007.


Anna Kullick Lackner (Monterrey, Nuevo León, 1960). Ha publicado los libros Anaforismos (Ed. Verdehalago, 1996), Háblame en la lengua de la ausencia (Ed. Libros de la Mancuspia, 1996) y Las palabras no nacidas (Ed. Verdehalago/Conarte, 1999). Ha sido antologada en International Poetry Festival (Edición Bilingüe, University of Texas/UANL, 1999) y Maratones de Poesía (Ed. Tunastral, Toluca, Estado de México, 2002). Ha publicado en las siguientes revistas literarias: Tierra Adentro, Salamandra, Cantera Verde, Papeles de la Mancuspia, El Correo Chuan, El Cocodrilo, Himen y Resonancia, así como en el suplemento cultural del periódico El Norte, de Monterrey. http://arteycultura.uanl.mx/index.php/literatura/miercoles-ocho-de-septiembre-verso-norte.html


Ahora dejemos que sea Anna quien nos hable a través de sus anaforismos, que copio de la parte II, titulada Autodelatos o Desanudos.


Alguna vez leí que conocer, en hebreo, es sinónimo de amar. Tú me conoces en español, yo lo hago en hebreo.


Cuando los huesos tienen frío, el alma salta sobre la hoguera de los recuerdos.


No encuentro mi lugar en este mundo. En tanto, colecciono casas como intentando estar en ellas: fachadas, réplicas en yeso, dibujos. Todas son miniaturas.


Escribo desde los diecisiete años. Jamás había publicado nada hasta ahora, diecisiete años después. Siempre quise conocer la sensación. Es un sueño hecho realidad: ando desnuda por las calles de un pueblo.


Una línea delgada de lápiz. Tuvo que ser el niño. Sobre el poema recién escrito, parece un pelo en la sopa.


Mi niño me besa. Deja el azúcar de su boca sobre el hielo de mi nariz. La hogaza de pan humea bajo una escarcha de nieve.


Muchas veces viajo en los zapatos del amigo. Busco en mis recuerdos alguna experiencia similar. Entonces es increíble cómo en tantas ocasiones somos uno.


En la tarde de hoy me basta el mañana. Mañana me bastará la tarde de ayer.