jueves, 26 de noviembre de 2009

Violines en el cielo, de Yojiro Takita





Masahiro Motoki y Tsutomu Yamazaki en una escena de la película


Ayer fuimos Lilia y yo a ver Violines en el cielo, de Yojiro Takita, en la Cineteca Nacional. Lo único que sabía de este filme es que había ganado el Óscar a la mejor película extranjera y que Nelson Carro (en cuyo juicio siempre confío) le había puesto dos estrellitas. (Aclaro que Carro sólo le pone tres estrellitas a las que considera obras maestras de la cinematografía mundial, de modo que dos estrellas significa que un filme es bastante recomendable.)
Pese a ello y por una u otra razón, hay películas que a uno simplemente no le agradan. Por ejemplo, A. O. Scott, crítico de cine del New York Times (cuyos juicios valoro), afirma que Violines en el cielo (titulada Departures en inglés y Despedidas en España) es demasiado larga, predecible y... mediocre, sobre todo si se le compara con las otras dos postuladas al Óscar: La clase y Vals con Bashir.




Yojiro Takita recibe el Óscar a la mejor película extranjera


No he podido ver La clase (pese a que ardo en deseos de verla, supongo que porque he dado clases) ya que estuvo muy poco tiempo en cartelera y desafortunadamente me enteré muy tarde. La conseguí "pirata", pero está doblada al español de España, y detesto las películas dobladas (el chavo a quien se la compré no me advirtió de este detallito y cuando la fui a cambiar ya no lo encontré en su puesto de siempre). Tampoco he visto Vals con Bashir. Así pues, no puedo opinar cuál me parece la mejor de las tres.
Lo que sí puedo decir es que Violines en el cielo me encantó. Es cierto que es predecible y que tiene final feliz, pero eso no impidió que saliera del cine con una muy cálida sensación de paz. Los asistentes a la función de las 15:30 hrs. aplaudieron al final, signo de que también a ellos les gustó.

Masahiro Motoki y Ryoko Hirosue en otra escena de la película

La película, al menos para mí, es como un canto de amor a la vida y a la muerte. ¿Canto de amor a la muerte? Pues, sí. Aunque suene disparatado, la manera en que los cadáveres son preparados para su entierro o incineración es liberador y hasta poético.
El protagonista es un músico que queda desempleado cuando la orquesta en la que toca quiebra, lo cual lo obliga a volver a su ciudad natal en donde consigue trabajo como "preparador" de cadáveres. Ignoro si hay un término más apropiado en español, pues este rito o ceremonia parece propio del Japón, si bien no todos los japoneses contratan dicho servicio.
Instruido por Sasaki (Tsutomu Yamazaki), un veterano en este oficio, Daigo (Masahiro Motoki), al principio con serias dudas, poco a poco va enamorándose del arte de preparar a los muertos, y encuentra en ello su destino en la vida.


Sasaki (Tsutomu Yamazaki) y Daigo (Masahiro Motoki)


¿Por qué me pareció fascinante este "trato" con los muertos? Porque, como le explica Sasaki a Daigo, "primero hay que lavar al muerto para limpiarle la carga de la vida y liberarlo así de penas o sinsabores". Después vestirlo y maquillarlo para que lo despidan sus familiares y amigos y entre apropiadamente en ese otro mundo que le espera.
La ceremonia se realiza con tanta delicadeza y respeto por ese cuerpo, que la muerte queda dignificada, tanto para los dolientes que observan el rito como para nosotros que miramos la película. Nunca antes me había parecido la muerte tan sobria y majestuosa.
Quizá A. O. Scott no reparó en esto dado el disgusto que le provocó el happy end de la película, tal vez no a todos les guste porque "en gustos se rompen géneros", pero a Lilia, a mí y a todos los que la vieron con nosotras, esta película les dejó un buen sabor de boca.



martes, 24 de noviembre de 2009

La historia del loco, de John Katzenbach; Hielo negro, de Michael Connelly; Diccionario de la estupidez humana, de Rius


Unas cuantas palabras sobre los primeros tres libros que leí este año


John Katzenbach, La historia del loco, 540 p. La neta, esperaba mucho más de este libro. No pude soltar El psicoanalista, pero esta novela me pareció muy menor.



John Katzenbach

Michael Connelly, Hielo negro. En la portada del libro se lee: "Una de las novelas que deberían ir con ruedas. Una vez empezada, uno se la llevaría a cualquier parte para seguir leyendo". Digamos que eso me pasó con El psicoanalista, de Katzenbach. Ésta es entretenida, y a ciertos libros no se les puede pedir más. El héroe es el detective Harry Bosch, a quien seguramente encontraré en el próximo libro que lea de Connelly, pues me compré tres (estaban en barata).


Michael Connelly



Rius, Diccionario de la estupidez humana. Divertido como todos los de Rius.



Les comparto algunas definiciones de dicho diccionario:


CABEZA / parándose de cabeza se logra una mejor irrigación cerebral, pero no se salen las estupideces ahí almacenadas.

CORSÉ / hace algunos años, las mujeres usaban unas fajas elaboradas con costillas de ballena, para no lucir como tales.

HAMBRE / más que estupidez humana, es una barbaridad ver que millones de gentes en todo el mundo se mueren de hambre por falta de alimentos, mientras se gastan millones de dólares en los países ricos en dietas para adelgazar. Pero, así es la vida y nadie quiere cambiarla en beneficio de los hambrientos.

HOMO SAPIENS / la prueba de la superioridad del hombre sobre el burro es que un burro no puede hablar como el hombre, mientras que el hombre sí puede hablar como un burro.

OSCAR / estaría mucho más competido el tal Oscar si se premiara a las peores películas.




Eduardo del Río, Rius




domingo, 22 de noviembre de 2009

El silencio de Lorna, de Jean-Pierre y Luc Dardenne



Hace años que deseo comprar un abono para ver todas las películas de la Muestra Internacional de Cine en la Cineteca Nacional, y cada año, por una u otra razón, no tengo tiempo para hacerlo. En esta ocasión fui más realista y me propuse ver sólo dos, las que más me interesaban: El silencio de Lorna, de los hermanos Dardenne, y Los límites del control, de Jim Jarmusch. Hasta ahora, sólo he visto la primera y me produjo una especie de shock.


Una escena de El silencio de Lorna.

Las películas de los hermanos Dardenne plantean siempre un dilema moral, y Luc ha dicho que si bien no pretenden que sus historias cambien al mundo, sí esperan que perturben o inquieten a quienes las ven.


Los cinco filmes que he visto de los hermanos Dardenne me han gustado todos, y mucho. Yo no sé de cine, pero sé algo de contar historias, y creo que tanto El hijo (mi predilecta), como La promesa, Rosetta, El niño y El silencio de Lorna son obras maestras.

He leído a otros que sí saben de cine y que señalan fallas y errores en esta última y que consideran que es la menos lograda de sus películas. Tal vez lo sea cinematográficamente hablando, pero como historia es redonda.




Jérémie Renier y Arta Dobroshi en El silencio de Lorna.



Como mencioné antes, El silencio de Lorna me perturbó y me urgía contársela a alguien. Ese alguien fue mi hija. Se la conté al día siguiente de verla. Ella llegó a casa muy contenta, con una enorme sonrisa. Tras contarle la película, su alegría se esfumó y me reclamó que no le contara historias como ésa porque la ponían mal. La intención de los Dardenne se cumplió: a ambas nos dejó trastornadas.


Por eso no les cuento la película, y porque además quienes sí son geniales a la hora de contar una historia son Jean-Pierre y Luc Dardenne.




Jean-Pierre y Luc Dardenne.

El papel de Lorna lo interpreta de forma extraordinaria la actriz Arta Dobroshi. El de Claudy el actor Jérémie Renier (protagonista de La promesa y El niño). El resto del elenco está integrado por Fabrizio Rongione, Alban Ukaj, Morgan Marinne, Anton Yakovlev, Grigori Manukov y Olivier Gourmet (quien ha actuado en todas las películas de los hermanos Dardenne, y que ganó en 2002 el Premio al Mejor Actor en el Festival de Cine de Cannes por su actuación en El hijo) .



Olivier Gourmet y Jérémie Renier (al fondo, los hermanos Dardenne escoltan a Arta Dobroshi).



sábado, 21 de noviembre de 2009

Nina Couto, apasionada de la pintura, la fotografía, la enseñanza y la pastelería



Hace un par de días descubrí el blog de Nina Couto, una brasileña nacida en Florianópolis, que radica ahora en Francia, y quiero compartirles (algunas de) las habilidades de esta guapa mujer.

Como ella misma señala, trabajó en Brasil durante más de veinte años en la educación artística infantil. Uno de sus talleres estaba dedicado a niños de 2 a 6 años de edad, y el último, el taller Bernunca (la c va con cedilla, pero no sé cómo añadirla sin tener acceso a Word), a niños de 4 a 12 años.

En estos talleres no les enseñaba las técnicas artísticas como valor absoluto, sino la exploración del placer de crear, y en ellos los niños desarrollaban trabajos de artes plásticas y escénicas.




Además de la enseñanza, Nina es pintora y tuvo diversas exposiciones en su ciudad natal.





Tiempo después, Nina se enamoró de un francés y se fue a vivir a Nimes. Dado que en Francia sus diplomas no tienen validez académica, Nina decidió unir su amor por las artes plásticas, la fotografía y la pastelería con su pasión por la creación artística, y desde 2007 se dedica a la decoración personalizada de pasteles con pasta de azúcar.





Todo ello es lo que nos comparte en el blog http://gateaudefete.canalblog.com

Gracias, Nina, por permitirme publicar las fotos que aparecen en esta entrada.






jueves, 19 de noviembre de 2009

In Memoriam


Mi amado padrino y yo

miércoles, 18 de noviembre de 2009

La edición sin editores, de André Schiffrin



Espeluznante análisis sobre el futuro incierto del libro (de calidad) en manos de monopolios mercantilistas, cuyo único interés es ganar toneladas de dólares con bestsellers mediocres (supongo que el adjetivo sale sobrando).



sábado, 14 de noviembre de 2009

EL REY (THE KING), dirigida por James Marsh


Hará un par de meses, compré una película porque estaba barata y porque en ella actúan William Hurt y Gael García Bernal. A pesar de que ambos actores son conocidos y reconocidos, jamás había oído hablar de El rey, por lo cual pensé "bueno, si es un churro, ni modo".
Una de las más memorables actuaciones que he visto en el cine es la de William Hurt en El beso de la mujer araña, dirigida por Héctor Babenco y basada en la novela del mismo nombre de Manuel Puig. También me gustaron mucho otras tres películas en que participó: Cuerpos ardientes (Body heat), de Lawrence Kasdan; Alice, de Woody Allen, y Smoke, de Wayne Wang.

En cuanto a Gael García Bernal, me encantó su actuación en Amores perros, de González Iñárritu, y en Diarios de motocicleta, de Walter Salles.
Dada la popularidad del actor mexicano, me extrañaba no haber oído nunca de la película El rey, la cual ha causado bastante controversia, particularmente en Estados Unidos, y no ha sido del agrado de todos.





Cuando finalmente la vi, me quedé muda. La historia que se nos cuenta es verdaderamente trágica, y al final no supe cuál de los dos personajes me simpatizaba o me perturbaba más: si Elvis (un huérfano de madre mexicana, interpretado por Gael), o el pastor casi enajenado por su religión (interpretado por Hurt). Quizá debido a esta ambigüedad que nos provoca es que la película es controvertida. Quizá no ha gustado en Estados Unidos por el enfrentamiento que se produce entre un mexicano y un norteamericano, y por el pasado que ambos arrastran.

El director de El rey es el británico James Marsh, casi desconocido cuando se filmó esta película, y ahora muy reconocido internacionalmente gracias a la cinta Man on wire (no sé cómo la traducirán cuando se estrene), con la cual ganó el Óscar al mejor documental y el Gran Premio del Jurado y Premio del Público del Festival de Sundance.

Si alguien ya la vio, me encantaría que me diera su opinión acerca de El rey.



viernes, 13 de noviembre de 2009

Bajo los vientos de Neptuno, de Fred Vargas



No recuerdo en dónde vi primero el nombre de Fred Vargas. Pudo ser en una librería, en una reseña de algún periódico o en algún sitio web. Lo cierto es que lo que leí me atrajo, pues busqué de inmediato libros en el catálogo virtual de varias librerías. Me parecieron muy caros y dejé de buscar, pero el nombre quedó en mi memoria. Por eso me alegré mucho al encontrar una de sus novelas con el 50% de descuento en la Gandhi. La compré y tres días después la había terminado de leer.
Me sorprendió descubrir que Fred Vargas es una escritora, no escritor. Ahora sé que es un seudónimo, que su verdadero nombre es Frédérique Audoin-Rouzeau y que es arqueozóologa. "Me he ocupado de la historia de la transmisión de las epidemias, concretamente de la pulga que transmitía la peste", dice en una entrevista publicada por El País.
En otras palabras, es científica, medievalista e investigadora, y comenzó a escribir novelas de enigma, como ella las llama, para divertirse en sus ratos libres.




Supongo que todos hemos oído hablar de Sherlock Holmes, de Hércules Poiret o del inspector Maigret; a los que ahora se suman, entre otros, Kurt Wallander y Jean-Baptiste Adamsberg, personajes creados, respectivamente, por Henning Mankell y Fred Vargas.

Trascribo un fragmento de la entrevista de Fietta Jarque a Fred Vargas:
P. En el género existe una larga tradición de seguir los casos de algún personaje favorito, como en su caso ocurre con el comisario Adamsberg. ¿Cree usted que la "adicción" a este tipo de novelas se debe en parte a esta continuidad?

R. Está claro que el "personaje recurrente" en las novelas policiacas es un tópico innegable. Es un elemento de la "adicción", pero surge de un conjunto complejo, mucho más amplio. Para decirlo rápido, creo que la novela policiaca se inscribe dentro de la continuidad de las grandes fábulas, que es un género que se deriva directamente de la rama de la literatura heroica antigua y más tarde medieval. En el fondo, 10 novelas policiacas con el mismo protagonista sólo forman uno de esos cuentos épicos casi infinitos, donde la búsqueda a cargo del héroe duraba prácticamente toda su vida. Siguiendo esta idea, creo que hay una lógica antigua en la recurrencia del héroe en la novela policiaca.
Quien desee leer las entrevistas (ambas muy interesantes) que Fietta Jarque y Octavi Martí le hicieron a Fred Vargas, puede buscarlas en http://www.elpais.com.




Como señalé antes, leí Bajo los vientos de Neptuno de un tirón. El que la autora denomine su obra como novela de enigmas me parece muy acertado, pues, al menos en ésta, todo va consistiendo en descifrar una serie de acertijos que se le van planteando o simplemente apareciendo al comisario Adamsberg a lo largo de la novela.

Treinta años atrás, el hermano gemelo de Adamsberg fue acusado de un crimen del cual sólo Adamsberg (ni siquiera su hermano) está seguro de que es inocente. El verdadero asesino es un hombre muy poderoso que mata horriblemente a sus víctimas ensartándolas con un tridente. El tridente es un símbolo de Neptuno, y es el primer enigma entre muchos que habrá que ir desentrañando hasta llegar al más complejo de todos y que está basado en el juego chino del Mah-jong.

Hay determinadas partes de la novela que pueden ser previsibles, pero los enigmas nunca lo serán. Habría que saber mitología, latín, griego o etimología, conocer el juego del Mah-jong y tener una mente analítica.



Mah-jong


Además de los acertijos, me gustó mucho el que Adamsberg consulte al psiquiatra. No es posible que un hombre cargue solo, durante treinta años, con lo que destruyó la vida de su hermano gemelo, "a quien quería más que a sí mismo".

Me gustó mucho también el que haya tres mujeres esenciales, sin cuya ayuda Adamsberg no llegaría a ninguna parte: la teniente Retancourt, su amiga (de Adamsberg, no de Retancourt) Clementine y Josette, esta última una experta hacker que me recordó, claro está, a Lisbeth Salander, la heroína de Millennium.

Y, para terminar, una declaración que me encantó de Fred Vargas, y que menciona Octavi Martí en la entrevista citada, realizada en febrero de 2008:
Fred Vargas (París, 1957) ha cumplido los 50 pero tiene facciones de bebé. Habla sin levantar la voz, incluso cuando se refiere a temas que le apasionan. En el café no se puede fumar, como en todos los lugares públicos en Francia, y eso la obliga -nos obliga- a interrumpir la entrevista de cuando en cuando y a salir a la calle. Cambiamos de tema. "Todas las estadísticas sobre el tabaquismo pasivo son falsas. La lucha contra el tabaco sirve para focalizar la atención en algo que no tiene importancia. Mientras, el planeta sigue recalentándose y el hielo de los polos fundiéndose. Cuando en París el agua nos llegue a las rodillas aún habrá idiotas que seguirán preocupándose por el tabaco".

Es evidente que simpatizo, no sólo porque tiene razón, sino porque yo también soy fumadora.



deviantart


Books, by nat, nata, naty



Gracias a Andrea Quintero, quien expone en este sitio sus espléndidas fotografías (laqo2001.deviantart.com), hoy descubrí deviantart, una web en donde los artistas, sean pintores, fotógrafos, escritores, etc., pueden exhibir (y vender) su obra.


Para quienes deseen visitarla, la dirección es htpp://deviantart.com. De allí tomé las dos imágenes que acompañan esta entrada.


Books, by Mattias A.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Bajo los vientos de Neptuno, de Fred Vargas


¿Sofá hecho con material reciclado?



Como hacía bastante frío, hoy me pasé buena parte del día echada en la cama, leyendo Bajo los vientos de Neptuno (491 p.). Creo que no fue sólo el frío, pues la novela me atrapó de inmediato. Voy en la página 295, pero no podré terminarla mañana porque iré la la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil (Filij). Espero que la megamarcha no me impida llegar al Centro de las Artes.

lunes, 9 de noviembre de 2009

EN FRASCO CHICO

Anoche terminé de leer En frasco chico, una antología de microrrelatos seleccionados por Silvia Delucchi y Noemí Pendzik, y publicado por Editorial Colihue.
Aunque pudiera pensarse lo contrario dada su brevedad, el microrrelato no es una lectura fácil, pero sí muy gozosa porque los microrrelatos son como cápsulas de ingenio concentrado, es decir, de mucho contenido o profundidad en poco espacio.
Les comparto uno de Isidoro Blaisten, excritor argentino (1933-2004).





Un millón de sandías

Resulta que dos negros estaban dormidos en las laderas del Mississippí. Uno de los dos se desperezó, bostezó, suspiró y dijo:
—Cómo me gustaría tener un millón de sandías.
El otro negro preguntó:
—Rostus, si tuvieras un millón de sandías, ¿me darías la mitad?
—¡No!
—¿No? ¿No me darías un cuarto?
—No, no te daría un cuarto.
—Rostus, si tuvieras un millón de sandías, ¿no me darías diez sandías?
—No.
—¿No me darías siquiera un sandía? ¿A mí que soy tu amigo?
—Mira, Sam, si tuviera un millón de sandías, no te daría una sola raja siquiera, una sola tajada de sandía.
—Pero, ¿por qué, Rostus?
—Porque eres demasiado perezoso para soñar por ti mismo.





domingo, 8 de noviembre de 2009

EXCESOS



Para no decir burradas o usar incorrectamente mi lengua, de vez en cuando (debería hacerlo siempre) recurro al diccionario. En esta ocasión tenía dudas sobre si la palabra "excesos" era la apropiada para el título de esta entrada.



Las palabras suelen tener varias acepciones. En este caso, tomo del DRAE (Diccionario de la Real Academia Española) las que necesito.

Exceso
1. m. Parte que excede y pasa más allá de la medida o regla.
2. m. Cosa que sale en cualquier línea de los límites de lo ordinario o de lo lícito.

Exceder
2. intr. Propasarse, ir más allá de lo lícito o razonable.

Excesivo, va.
1. adj. Que excede y sale de regla.


Con estas definiciones a la mano, puedo decir que me excedo en el número de libros y de perros que tengo. No sé cuántos libros tengo, sólo sé que son muchos (los demasiados libros, diría Gabriel Zaid). Son más de los que podré leer en esta vida, aunque siempre conservo la esperanza de leerlos todos.

En cuanto a los perros, tengo cuatro salchichas (sin pedigree y más bien cruzados). [Otro paréntesis para aclarar que el DRAE no acepta o no incluye la palabra pedigree, sólo pedigrí, pero me gusta más la primera, quizá porque se ve más elegante.]

La historia de por qué tengo cuatro perros la contaré otro día. Pero me parece que tener cuatro es una exageración, sobre todo porque vivo en la ciudad de México y en un país del tercer mundo. En estas condiciones, tener cuatro perros va más allá de lo razonable, como dice la definición. Es lícito, pero no razonable.

Lo mismo sucede con los libros. Tengo una cantidad excesiva y sigo comprando...

Sin embargo, hay otros excesos que me dan pena y risa a la vez. Las fotos que acompañan este texto las tomé de una tienda gringa en donde se puede comprar directamente o por internet. Lo que muestro es un mínimo ejemplo de los diversos artículos que ofrecen: pasteles para el cumpleaños del perro (o gato), galletas y golosinas bellamente decoradas en forma de esferas, arbolitos, muñecos de nieve, pelotas de béisbol, de conejito, de flores, de corazón (para festejarles la Navidad, el deporte favorito del dueño, la Pascua, San Valentín, etc.); brazaletes, collares, coronas (de 89 dólares); correas, calcetines, portarretratos, disfraces, casas y juguetes de todo tipo.



Estados Unidos vive (todavía) una superabundancia y allá las mascotas viven a cuerpo de rey. ¿Cómo es posible gastar 59 dólares en un disfraz o 349 en una cama para perro sin sentirse culpable? Eso sí me parece un exceso y una desmesura.