viernes, 13 de noviembre de 2009

Bajo los vientos de Neptuno, de Fred Vargas



No recuerdo en dónde vi primero el nombre de Fred Vargas. Pudo ser en una librería, en una reseña de algún periódico o en algún sitio web. Lo cierto es que lo que leí me atrajo, pues busqué de inmediato libros en el catálogo virtual de varias librerías. Me parecieron muy caros y dejé de buscar, pero el nombre quedó en mi memoria. Por eso me alegré mucho al encontrar una de sus novelas con el 50% de descuento en la Gandhi. La compré y tres días después la había terminado de leer.
Me sorprendió descubrir que Fred Vargas es una escritora, no escritor. Ahora sé que es un seudónimo, que su verdadero nombre es Frédérique Audoin-Rouzeau y que es arqueozóologa. "Me he ocupado de la historia de la transmisión de las epidemias, concretamente de la pulga que transmitía la peste", dice en una entrevista publicada por El País.
En otras palabras, es científica, medievalista e investigadora, y comenzó a escribir novelas de enigma, como ella las llama, para divertirse en sus ratos libres.




Supongo que todos hemos oído hablar de Sherlock Holmes, de Hércules Poiret o del inspector Maigret; a los que ahora se suman, entre otros, Kurt Wallander y Jean-Baptiste Adamsberg, personajes creados, respectivamente, por Henning Mankell y Fred Vargas.

Trascribo un fragmento de la entrevista de Fietta Jarque a Fred Vargas:
P. En el género existe una larga tradición de seguir los casos de algún personaje favorito, como en su caso ocurre con el comisario Adamsberg. ¿Cree usted que la "adicción" a este tipo de novelas se debe en parte a esta continuidad?

R. Está claro que el "personaje recurrente" en las novelas policiacas es un tópico innegable. Es un elemento de la "adicción", pero surge de un conjunto complejo, mucho más amplio. Para decirlo rápido, creo que la novela policiaca se inscribe dentro de la continuidad de las grandes fábulas, que es un género que se deriva directamente de la rama de la literatura heroica antigua y más tarde medieval. En el fondo, 10 novelas policiacas con el mismo protagonista sólo forman uno de esos cuentos épicos casi infinitos, donde la búsqueda a cargo del héroe duraba prácticamente toda su vida. Siguiendo esta idea, creo que hay una lógica antigua en la recurrencia del héroe en la novela policiaca.
Quien desee leer las entrevistas (ambas muy interesantes) que Fietta Jarque y Octavi Martí le hicieron a Fred Vargas, puede buscarlas en http://www.elpais.com.




Como señalé antes, leí Bajo los vientos de Neptuno de un tirón. El que la autora denomine su obra como novela de enigmas me parece muy acertado, pues, al menos en ésta, todo va consistiendo en descifrar una serie de acertijos que se le van planteando o simplemente apareciendo al comisario Adamsberg a lo largo de la novela.

Treinta años atrás, el hermano gemelo de Adamsberg fue acusado de un crimen del cual sólo Adamsberg (ni siquiera su hermano) está seguro de que es inocente. El verdadero asesino es un hombre muy poderoso que mata horriblemente a sus víctimas ensartándolas con un tridente. El tridente es un símbolo de Neptuno, y es el primer enigma entre muchos que habrá que ir desentrañando hasta llegar al más complejo de todos y que está basado en el juego chino del Mah-jong.

Hay determinadas partes de la novela que pueden ser previsibles, pero los enigmas nunca lo serán. Habría que saber mitología, latín, griego o etimología, conocer el juego del Mah-jong y tener una mente analítica.



Mah-jong


Además de los acertijos, me gustó mucho el que Adamsberg consulte al psiquiatra. No es posible que un hombre cargue solo, durante treinta años, con lo que destruyó la vida de su hermano gemelo, "a quien quería más que a sí mismo".

Me gustó mucho también el que haya tres mujeres esenciales, sin cuya ayuda Adamsberg no llegaría a ninguna parte: la teniente Retancourt, su amiga (de Adamsberg, no de Retancourt) Clementine y Josette, esta última una experta hacker que me recordó, claro está, a Lisbeth Salander, la heroína de Millennium.

Y, para terminar, una declaración que me encantó de Fred Vargas, y que menciona Octavi Martí en la entrevista citada, realizada en febrero de 2008:
Fred Vargas (París, 1957) ha cumplido los 50 pero tiene facciones de bebé. Habla sin levantar la voz, incluso cuando se refiere a temas que le apasionan. En el café no se puede fumar, como en todos los lugares públicos en Francia, y eso la obliga -nos obliga- a interrumpir la entrevista de cuando en cuando y a salir a la calle. Cambiamos de tema. "Todas las estadísticas sobre el tabaquismo pasivo son falsas. La lucha contra el tabaco sirve para focalizar la atención en algo que no tiene importancia. Mientras, el planeta sigue recalentándose y el hielo de los polos fundiéndose. Cuando en París el agua nos llegue a las rodillas aún habrá idiotas que seguirán preocupándose por el tabaco".

Es evidente que simpatizo, no sólo porque tiene razón, sino porque yo también soy fumadora.



2 comentarios:

  1. Jajaja (por lo de las fumadoras) y resulta mucho muy interesante el libro! De niña jugaba ese juego Mah-jong creo que encasa d mi tía y recuerdo que me gustaba mucho sólo que no podía recordar el nombre del juego y no sé dónde comprarlo ja, es bueno saberlo ahora.
    Me encanta cómo vas narrando todo, lo que es el libro, quien el (o la) escritor, referencias, tu experiencia personal y un atisbo de lo que es el libro invitando a leerlo.
    Enigmas y asesinato... exelente combinación de temas :D ahh todo se antoja de este blog! :D

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  2. ¡Gracias por las porras! Se ve que me quieres. Oye, ¿te refieres a Lety? Le voy a preguntar dónde lo consiguió y me enseñas a jugar, ¿vale?

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