jueves, 28 de enero de 2010

ERIC ROHMER

Mi noche con Maud fue la primera película que vi de Eric Rohmer y luego vi otra y otra y ya no pude parar. El cine de Rohmer tiene abundantes diálogos y supongo que por ello no gusta a todos. Un ferviente admirador de Rohmer cuenta que a una amiga suya una de las películas de este cineasta le pareció que había durado dieciséis horas por lo aburrida que estuvo.



Escena de Las noches de luna llena.





Escena de La coleccionista.

Quizá porque soy lectora a mí me hechizó desde el principio, quizá, digo, porque no estoy segura de que el amar los libros sea un requisito para amar los filmes de Rohmer. Con este cineasta entendí lo que era el estilo o el distintivo o el sello de un director. Si bien Rohmer dirigió también películas de corte histórico, es su "otro cine" el que lo define.



Escena de Paulina en la playa.


Escena de Un cuento de invierno.


Los diálogos (a veces la narración en primera persona) que sostienen sus personajes nos hablan de asuntos que nos atañen a todos, propios de la condición humana (no sólo de los franceses), por lo que no es posible no identificarse con ellos.



Otra escena de Las noches de luna llena.


Muchas de las películas de Rohmer están integradas en series a las que tituló Cuentos morales, Comedias y proverbios y Cuentos de las cuatro estaciones. Fuera de estas últimas, que son Cuento de primavera, Cuento de verano, Cuento de otoño y Cuento de invierno, confieso que no sé exactamente a qué serie pertenecen las otras que he visto: Paulina en la playa, La coleccionista, Las noches de luna llena, La rodilla de Clara, El amigo de mi amiga, El amor por la tarde, El rayo verde, y la ya mencionada Mi noche con Maud.




De algún modo, todas tratan el tema del amor, la complejidad del mismo. Por ejemplo, ¿es lícito sentirse atraído por otra mujer estando felizmente casado? ¿Qué es el verdadero amor? ¿Cómo puede afectar mi vida un flechazo ocasional? O, dicho en otras palabras, ¿qué debo elegir: el amor o el deseo?




Todas estas interrogantes se las plantean los personajes mediante diálogos y reflexiones de gran agudeza. En un continuo análisis de sí mismos, hombres y mujeres intentan resolver sus dudas y contradicciones.




El triángulo amoroso es de algún modo el tema de La coleccionista, La rodilla de Clara, El amor por la tarde, El amigo de mi amiga y Mi noche con Maud. Y digo de algún modo, porque el tema en sí (me parece) es la postura moral que ante él asumen los protagonistas. Sea en la playa, en pleno invierno o en la soleada provincia, la tristeza y el fino humor se entremezclan con bellísimas imágenes (Nestor Almendros fue, hasta su muerte, el fotógrafo de las películas de Rohmer) y espléndidas actuaciones.



Escena de Mi noche con Maud.


Los protagonistas de Mi noche con Maud son Jean-Louis (Jean-Louis Trintignant), Maud (Francoise Fabian) y Francoise (Marie-Christine Barrault).
Jean-Louis es un católico devoto que se enamora a primera vista de Francoise, mientras ambos asisten a misa, y decide que quiere casarse con ella. Maud es una mujer recién divorciada y liberal. Por azares del destino, Jean-Louis y Maud pasan una noche juntos en el departamento y luego en la cama de ella. Jean-Louis se siente fuertemente atraído por esta mujer guapa y sensual, pero su devoción por Francoise (de quien aún no sabemos nada) hace que reprima sus deseos hacia Maud toda esa noche, noche que se va en puro diálogo.




En la siguiente escena, Jean-Louis busca a Francoise y le pide que se case con él. Ella se resiste pues acaba de salir de una turbulenta relación amorosa con un hombre casado.



Marie-Christine Barrault y Jean-Louis Trintignant en Mi noche con Maud.


En la escena final, Jean-Louis y Francoise (ya casados y con un niño) van a la playa, de la cual Maud está retirándose ya. Ella y Jean-Louis cruzan miradas, y por éstas sabemos claramente (he ahí parte de la magia de Rohmer) lo que están pensando.

Bueno, al menos lo que yo imaginé que ellos pensaron es que ambos estaban equivocados: Maud por considerarlo un hombre leal a una mujer pura (la persignada Francoise), y Jean-Louis por considerarla una mujer ligera de cascos que admite a un extraño a pasar la noche con ella.



Jean-Louis Trintignant y Francoise Fabian en Mi noche con Maud.


En otras palabras, las apariencias engañan, y ahora sabemos que Maud es la mujer pura, y Jean-Louis se ha casado con la "impura", pues lo más seguro es que el niño sea hijo del amante de Francoise. Y con esto no estoy condenando a Francoise, sino a lo absurdo de una sociedad que nos enseña a prejuzgar a otros.


Eric Rohmer (o Maurice Schérer) nació en Nancy en 1920 y murió en París el pasado 11 de enero a los 89 años de edad. El nombre de Eric Rohmer lo adoptó como homenaje al cineasta Erich von Stroheim y al novelista Sax Rohmer.



Eric Rohmer











2 comentarios:

  1. Gracias por presentarme a Erik Rohmer. Cuando leí la noticia el nombre se me hacía familiar y supuse que lo habría leído sobre alguna de tus películas o que lo habrías mencionado alguna ocasión; leí entonces la nota del periódico y, aparte de que me aburrió, la reseña no me dejó en claro nada de quién fue; éste texto hubiera sido una nota mucho más ilustrativa de quién fue, qué hizo y qué lo hacía, hasta podrías tener tu columna cultural en un periódico, tus narrativas son más lúdicas, claras e invitan a conocer.
    espero que si veo una no me pese tanto diálogo porque suenan muy interesantes. :) Siempre he admirado tu visión y lo que te fascina y que tanto me gustaría apreciar con los mismos ojos.

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  2. Por fortuna, Rohmer tuvo una larga vida y la dedicó a lo que amaba. Yo no sabía nada de él. Ahora, gracias al internet, me enteré de que fue maestro de literatura y novelista antes de dedicarse al cine, lo cual explica (creo) su afición por la palabra en sus filmes. Tengo todos los que menciono en VHS :(
    Próximamente llevaré a arreglar la videograbadora y te invitaré a un ciclo de cine (en casa) de Eric Rohmer. Es probable (ojalá, ojalá) que la Cineteca programe todas sus películas, y entonces irás conmigo sin excusas ni pretextos :p
    Es algo evidente, pero se me acaba de ocurrir ahorita: en el cine de Rohmer hay mucho diálogo (o monólogo) porque sus personajes dicen todo lo que piensan. Es como si estuvieran con el terapeuta. Por eso podemos conocerlos íntimamente, y por ello son tan graciosas (a veces perturbadoras) sus inquietudes y complejidades. O sea, lo que habitualmente callamos (por pudor, supongo), ellos lo "ventilan" para tratar de entenderse a sí mismos. Vaya rollo :D

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