jueves, 10 de septiembre de 2009

ESPIDO FREIRE



Es sumamente bella. Estudió música y canto y es Licenciada en Filología Inglesa. Lleva veinte libros publicados (novela, cuento, ensayo y un poemario), amén de otras publicaciones en obra colectiva. Nació en Bilbao, tiene 35 años y su nombre es Espido Freire http://www.espidofreire.com/.


De ella he leído dos libros muy distintos entre sí: Cuando comer es un infierno (ensayo, 2002) y Cuentos malvados (2003).


El primero es una investigación muy completa que sobre la bulimia, la anorexia y la automutilación lleva a cabo esta autora, y que se completa con los testimonios de mujeres afectadas por estos padecimientos.


Cito un fragmento de una entrevista que le hizo Beatriz Cortázar tras la publicación de este ensayo (la entrevista completa aparece en la página web antes citada de la autora).


Espido Freire: «Ser bulímica supone ser profundamente infeliz».

Beatriz Cortázar. ABC. 29 Marzo 2002


La escritora Espido Freire (Bilbao. 1974) reconoce que fue bulímica. Lo reconoce y lo escribe en el libro «Cuando comer es un infierno» (Aguilar) en el que denuncia, a base de testimonios, las razones por las que miles de jóvenes sucumben ante este mal.


- ¿Por qué lo ha escrito?


- "Cuando comer es un infierno» es un libro de testimonios. Las mujeres que me han confiado sus casos no han cometido ningún pecado, ninguna falta de la que deban confesarse, ni por la que deban pedir la absolución. Reconocer que se ha padecido una enfermedad que tiene que ver con el comportamiento y con los afectos y que no posee un origen física resulta aún muy complicado en la sociedad actual- tiende a asociarse con el descontrol, con la locura, con las manías. Por otro lado, al haberse clasificado como una enfermedad de adolescentes, se ha considerado hasta hace muy poco como poco más que una tontería. Por supuesto que es aún difìcil admitir una bulimia, una anorexia, no tanto por las/los enfermos, que están deseando hablar de ello sin que se les suponga vergonzoso, sino porque por lo general se encuentran en un entorno que juzga y encorseta sus sentimientos, que tiende al ocultamiento. Pero mi deber ético como escritora, como una voz lo suficientemente afortunada como para ser escuchada, es la de prestarla a los que no pueden hablar y creo que el tema es serio, muy serio, tan serio que no me bastaba con escribir artículos sobre ello.


El otro libro, Cuentos malvados, contiene 99 "ramalazos breves" (como los llama la autora) o microrrelatos, reunidos en siete apartados: El agua; Ángeles; Las voces; Arañas y mariposas; El espejo; Los cuentos, y Dentro del laberinto.


Sin permiso de la autora, transcribo dos:


Ángeles (13)

Apostados cada uno en una esquina de la cama le veían cada noche rezar y dormir. Una vez quisieron mostrarse. El niño rompió a gritar y su madre trató de convencerle de que los monstruos no existían. Ellos bajaron la cabeza, avergonzados, y ocultaron su fealdad tras sus alas.



Arañas y mariposas (8)

Era muy hermosa, pero sólo le interesaban las flores. Harta de rechazar admiradores, se casó. Enviudó joven, y volvió a casarse. Cuando envejeció, casada por cuarta vez, descubrió que tenía arrugas y que ya no le molestaban los hombres. Entonces dejó de matarlos. El guano era, al fin y al cabo, mejor abono.

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