martes, 22 de septiembre de 2009

PEDRO SALINAS, por María Zorzano


Excelso poeta que definió la poesía como “una aventura hacia lo absoluto” y que en su obra refleja una amalgama de inteligencia y sentimiento.

Del libro La voz a ti debida, que fue un obsequio, elegí dos poemas que se pueden adaptar a cada una de las vivencias que, quizá, todos hemos tenido a lo largo de nuestra vida. ¿Quién no ha tenido una relación amorosa en la cual una da todo y el otro sólo recibe? ¿Alguien ha experimentado una relación platónica? Sí, creo que todos hemos tenido algún amor imposible y Salinas nos retrata estas vivencias.

El primer poema retrata la relación que tuve hace mucho tiempo con alguien a quien amé profundamente, y que fue un amor no correspondido…



LA FORMA DE QUERER TÚ

La forma de querer tú
Es dejarme que te quiera.
El sí con que te rindes
Es el silencio. Tus besos
Son ofrecerme los labios
Para que los bese yo.
Jamás palabras, abrazos,
Me dirán que tú existías,
Que me quisiste: jamás.
Me lo dicen hojas blancas,
Mapas, augurios, teléfonos;
Tú no.
Y estoy abrazado a ti
Sin preguntarme, de miedo
A que no sea verdad
Que tú vives y me quieres.
Y estoy abrazado a ti
Sin mirar y sin tocarte.
No vaya a ser que descubra
Con preguntas, con caricias,
Esa soledad inmensa
De quererte sólo yo.
[1]




Quien me obsequió el libro fue un compañero y amigo de la Facultad de Filosofía y letras. Él fue mi amor platónico, y el segundo poema refleja claramente lo que sentía por él.


LO ENCONTRAREMOS

Lo encontraremos, sí.
Nuestro beso. ¿Será
En un lecho de nubes,
De vidrios o de ascuas?
¿Será
Este minuto próximo,
O mañana, o el siglo
Por venir, o en el borde
Mismo ya del jamás?
¿Vivos, muertos? ¿Lo sabes?
¿Con tu carne y la mía,
Con mi nombre y el tuyo?
¿O ha de ser ya con otros
Labios, con otros nombres
Y siglos después, esto
Que está queriendo ser
Hoy, aquí desde ahora?
Eso no lo sabemos.
Sabemos que será.
Que en algo, sí y en alguien
Este amor que inventamos
Sin tierra ni sin fecha
Donde posarse ahora:
El gran amor en vilo.
Y que quizá, detrás
De telones de años,
Un beso bajo cielos
Que jamás hemos visto,
Será, sin que lo sepan
Esos que creen dárselo,
Trascendido a su gloria,
El cumplirse, por fin,
De ese beso impaciente
Que te veo esperando,
Palpitante en los labios.
Hoy
Nuestro beso, su lecho,
Están solo en la fe.
[2]

[1] y [2] Salinas, Pedro. La voz a ti debida, Ed. Losada, Argentina. 1996, pp. 54 y 85.

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